Fuimos flúor, y el color se perdió dejándonos transparentes.
He saboreado todas esas noches más de cerca, en las que dejaba la luz encendida para abrir los ojos de repente y encontrar tu sombra en la pared y llevo días recurriendo a mi lamparita de lava que sigue tan fundida como el tendido eléctrico que nos sostuvo tantos días. Fundimos los plomos, agotamos existencias, caímos en picado, nos estrellamos contra el asfalto. Y volvimos andando a casa. Alguien te esperaba para encender las luces de su habitación. Mientras, en cualquier otra ciudad, unas luces se encendían para mí.
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