diciembre 03, 2011

A pesar del frío.

Comienzan las comidas, cenas, quedadas. Ver a viejos amigos que por tus circunstancias (en este caso las mías) no ves con tanta frecuencia. Pero me gustaría.
Mi cena de ayer fue con las típicas amigas que, pasen cinco días o tres meses, cuando vuelves a verlas, nada cambia.
Raciones, sangría y anécdotas. Muchas. Desde que éramos canijas. No sé cómo nos apañamos que siempre acabamos repitiendo. Será el efecto de la sangría o que tenemos muy mala memoria. Postre y copas.
Viendo el estado desértico al que ha llegado este pueblo-ciudad, no pretendíamos buscar un lugar con ambiente, pero sí alguno con un poco de estilo musical. Empezamos por lo más comercial, que no genial. Seguimos con sevillanas, Rafaela Carrá y un poco de rock en el pub de al lado, el cual acabamos cerrando cantando el “Sobreviviré”. Nuestras ganas de fiesta cada vez eran más exigentes y acabamos en el antro perdido, al cual llevaba sin ir desde verano, para bordar la noche con chupitos y bailando la cutre canción de moda “au si eu te pego”, con su correspondiente baile cutre.
Lo peor: que estoy sin voz (por intentar simular ser Mónica Naranjo)
Lo mejor: que no tengo resaca. Y que a pesar del frío, la compañía fue excelente.

2 comentarios:

  1. Qué buenas quedadas, eh?

    Besos!

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  2. Y eso es lo mejor. Que pase lo que pase, nada cambie. Las amigas, en muchas ocasiones, son un tesoro. Un besazo.

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