Y que todo lo que queda de mí en esta casa son las fotos de cuando era niña. Porque cada vez que vuelvo, soy menos yo. Y les culpo de todo, de haber cambiado, de haberme cambiado. Me hacen falta ocho días para querer irme otra vez, para después querer volver, y así. Me pregunto si alguna vez he sabido echar de menos...
Muchas veces, aunque suena egoísta, no es nuestra culpa no saber echar de menos. Ellos han sido quienes, desde pequeños, han roto ese... programa en nosotros, como si fuésemos robots, y lo único que logramos echar de menos, es lo único que no tenemos.
ResponderEliminarA veces creo que el echar de menos es un don que intento perfeccionar...
ResponderEliminarMuy certero, no es sencillo destramar los mecanismos del la nostalgia...
ResponderEliminar